‘Una vida de libro’, la mesa de palabras celebrada en el Palacio de la Isla el viernes, 3 de mayo, en el marco de la programación de ‘Editantes’, ha permitido poner sobre la mesa las diferentes perspectivas que los agentes vinculados al mundo editorial mantienen en torno a las fases de la cadena de producción de un libro; desde el momento en que el autor tiene una idea que acaba desarrollando en un escrito, que después llega a un editor que cree en la calidad de ese texto y apuesta por su producción, hasta que llega a las librerías y finalmente al lector, último eslabón de una cadena compleja y larga.
Héctor Escobar, editor y presidente del Gremio de Editores de Castilla y León, ha compartido mesa con Álvaro Manso, librero y presidente de la Asociación de Libreros de Burgos, y María José Rojo, directora de la Biblioteca Pública de Burgos. Representan a tres colectivos diferentes pero interconectados entre sí en esta cadena del libro. La periodista Inmaculada López ha ejercido de moderadora de un encuentro que ha servido para poner de manifiesto las diferentes perspectivas de un colectivo disperso y variado que está condenado a entenderse.
Escobar ha compartido con el público las claves de un proceso marcado por el deseo siempre difícil de hacerse un hueco en las estanterías de las librerías, que reciben de forma continuada las novedades de los grandes grupos editoriales, que trasladan su batería de títulos y dejan poco margen de maniobra a las pequeñas editoriales.
En este sentido, Manso ha defendido que el librero tiene la última palabra y la capacidad de organizar su establecimiento atendiendo a su propio criterio, y también al gusto de los lectores, que tienen siempre la última palabra en cuanto a la promoción de un determinado libro y a sus preferencias.
Complementariamente, María José Rojo ha destacado que el criterio para la adquisición de nuevos títulos atiende tanto a las novedades editoriales como al producto que llega desde las librerías locales y a los distribuidores de títulos de Castilla y León. Así, ha recordado que la biblioteca tiene que prestar servicio siempre a personas de todas las edades, condiciones sociales y gustos. Rojo ha destacado que este servicio se nutre de otros productos como discos, videos, juegos de mesas, revistas, periódicos, cómic y libro infantil.
La importancia que tiene la figura del distribuidor, como agente localizado en medio de los demás sectores implicados, y el debate en torno al fenómeno cada vez más consolidado de la autoedición y sus consecuencias han centrado buena parte de esta primera mesa de palabras.
Paralelamente, el Palacio de la Isla ha acogido por la mañana dos sesiones del taller M*edita, que la artista Verónica Alcácer ha dirige con alumnos de Educación Secundaria, enfocado a conocer los factores que intervienen en el proceso de edición de un libro.
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